Después de un corto verano empiezan las clases de nuevo, y
con ello el trabajo a destajo. María Eva, luciendo un irreal bronceado empezó a
gritar mi apellido paterno como lo hizo en los últimos dos años de mi
presidencia en la comisión cooperadora. "¡VIÑAAAAAAALEEEEEEEESSS! ¡Mirá
cómo está el pasto! ¡Es una juuuungla esto!" empezó gritando el ciclo
escolar. La verdad era que los yuyos le hacían sombra al retoño de San Martín y
algo había que hacer. "Maria Eva, ¿no habíamos contratado un jardinero
para que haga mantenimiento en la primera quincena de febrero?" le
pregunté haciéndome el inocente, sabiendo que el jardinero en cuestión era un
sobrino suyo. "Mirá Viñales, yo te avisé bien clarito que MI sobrino no
podía venír porque no le garantizamos las condiciones mínimas de seguridad por
el dengue y el zika, ¿No leés los diarios Viñales? ¡El mundo está en conmoción
y vos en babia!". "María Eva, ¿cuándo me avisaste?" .
"¡Antenoche Viñales! ¿No leés los whatsapp vos?". "No tengo Whatsapp
María Eva" le dije por enésima vez "no creo que sea una forma seria
de comunicación y mi celular es un Nokia mil...". "Buen bueno bueno,
basta de excusas inútiles Viñales" me cortó en seco María Eva,
"¡Vamos a concentrarnos en cosas importantes! Ahí trajimos una cortadora
de pasto a nafta, cargala y ponete a cortar un poco que mando a la otra inútil
de la portera a buscar bolsas de consorcio, porque entre diciembre y febrero se
evaporaron las bolsas, los escobillones y los desodorantes de ambiente ¿Vos
sabés algo Viñales? no sea cosa que te mande un inspector a tu casa y encuentre
un Glade de la escuela ¿eh?"...
¡Qué increíble! Ahora me acusaba de robar, justo ella que se
lleva a los porteros en horario escolar a baldearle el patio para su cumpleaños
o alguna fiesta familiar. Con el ánimo por el piso y caliente porque al sobrino
de María Eva se le había pagado por adelantado, me fui a buscar la máquina de
cortar el pasto y aunque sea a bajar la altura del bosque.
Lo único que encontré en el cuarto de herramientas fue una
bordeadora a explosión antediluviana con serios riesgos de explotarle en la
cara a quien la encienda, en este caso yo.
Le tuve que poner nafta de mi auto y sacarle los restos de
pasto seco, bolsitas de nylon y basura.Cuando Más o menos estuvo en condiciones
me animé a encenderla. Apreté el boton y empezó a sonar una especie de ronroneo
rítmico y me tranquilicé. Cuando la aceleraba hacía unas explosiones raras pero
dentro de lo normal, sonaba como una motito fuera de punto. Me arrimé al
pastizal y empecé a atacarlo con golpes de acelerador y la bordeadora empezó a
sonar como un tiroteo, literalmente. Entrecerré los ojos para aguantar el
estruendo y empezaron a salir de los salones los chicos y del pasto los
mosquitos, ratones y arañas. Por la ventana de la dirección se advertía una
silueta que sin dudas era María Eva espiando atrás de las cortinas. El ridículo
crecía con el volúmen de las explosiones y la cantidad de chicos que se
acercaban a mirar. Me distraje un segundo y agarré con la bordeadora un perro
muerto que estaba entre el yuyo desde quien sabe cuándo y los pedazos arrancados fueron a parar a mi
ropa y a todo lo que estaba cerca. En vano aceleré la bordeadora, la misma
bramaba como truenos y ya se acercaba la gente de la calle y los vecinos
denunciaron un tiroteo y ruidos molestos a la policía. Bastante aturdido por el
ruido y la situación, paré el motor y levanté la bordeadora que ya había
empezado a prenderse fuego y la catástrofe era inminente. La puse lejos de los
pastos y la apagué con la remera. Levanté la vista y toda la escuela me miraba
con asombro y asco. El panorama era post apocalíptico. María Eva empezó a
gritar "¡Se van todos a las aulas!¡Inmediatamente! Y vos, inútil, vení a
mi oficina." y como todos se fueron a los salones dejándome solo, mis
dudas acerca de quién era el inútil al que se refería Maria Eva, se disiparon.
Fui a la Dirección y lejos de felicitarme, María Eva me
disparó una seguidilla de gritos por alterar la paz del establecimiento (los
gritos sonaban más fuerte que la bordeadora)
Me fui a mi casa a buscar un poco de paz, pero la irakí me
fulminó con la mirada y ahí me acordé que ese día llevaba puesta la remera que
me regaló en el último aniversario. Me
la arrancó literalmente del cuerpo y se puso a refregarla con jabón blanco. En
todo ese trayecto no dejó de mirarme con odio.
Fui al tallercito del fondo a refrescarme la cara cuando
sonó el teléfono. Atendí y para variar, escuché los gritos de María Eva
"¡Viñaleeeees! ¿Vos te volviste loco o querés que me cierren la escuela?
Ya mismo me borrás la foto que está en el whatsapp y el facebook de la escuela.
¡Ya mismo! ¿Entendiste?" Y me cortó sin darme tiempo a explicarle que no
tengo ni whatssapp.
Como pude me fui a la habitación de mi hija mayor y le pedí
(tuve que darle trescientos mangos) que ponga el facebook de la escuela. Ahí
aparecía yo, con photoshop. Alguien me había sacado una foto en el tumulto y la
trucaron. Ahí aparecía mi cara desencajada vestido como la muerte y con la
bordeadora ensangrentada en lugar de la guadaña. En la foto me encontraba sobre
una pila de perros descuartizados y la bordeadora en llamas. Esa foto tenía más
de dos mil likes, estaba compartida a todo el mundo y ya a esa hora acumulaba
400 comentarios.
Era el hazmerreír de la comunidad.
No va a ser fácil el año escolar.
Vaaaamooooo, un retorno al mejor estilo Depredador!!!
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