domingo, 10 de mayo de 2015

Delegar...ese karma

Se acercaba el tan esperado festejo del cincuentenario de la escuela.
María Eva, la directora, tenía muchas expectativas. Quería que todo saliera de película. Había pensado hasta el más mínimo detalle, pero ella era tan soñadora como inoperante. Carecía de capacidad para resolver cualquier asunto, sea éste difícil o simple, simplemente le costaba accionar por miedo a equivocarse.
Nos pidió entonces ayuda a la comisión cooperadora.
"Viñales" dijo, " No hace falta que le diga que los festejos del cincuentenario tienen que ser UNICOS. Para ello es que necesito que me den una mano ud y su gente. Ya tengo muy avanzada la logística. Solo tienen que encargarse de unos detalles menores. Le dejé una lista a la secretaria de la cooperadora. Va a ver que son dos o tres pavadas. Acuerdesé que hoy es Mayo y el festejo es el 4 de Julio. Vaya Viñales. No me falle."
Por tratarse de dos pavadas, me había anticipado bastante la fecha María Eva, pero bueh, "mejor" pensé yo, y me fui a buscar a la secretaria para ir adelantando algo o si tenía dudas de lo que pedía María Eva o si podía mejorar algo. Que se yo.
Preguntar por Florencia, la secretaria de la cooperadora, era como averiguar donde quedaba la Atlántida. Todos sabían quién era pero nadie sabía a ciencia cierta donde estaba. De los tres teléfonos celulares que me pasaron, ninguno correspondía a la mujer en cuestión, y más o menos una semana después la encontré en la municipalidad haciendo un trámite. Me dijo que si bien era la secretaria de la cooperadora, ya no iba por la escuela porque había cambiado a su hijo a otra  institución, pero que iba a seguir hasta fin de año. ¡Ah! y al celular lo había perdido pero al nuevo número no se lo daba a nadie porque la volvían loca. De todas maneras quedó en acercarme la lista de María Eva con su hijo a mi casa.
Tres semanas después, me tiraron la lista por debajo de la puerta. Constaba de no menos de 40 items con sub divisiones y una hoja garabateada con el logo de la escuela y un texto de Galtieri que hablaba de la educación. Le pregunté a Maria Eva y me dijo que se trataba de la tarjeta de invitación, si bien era un bosquejo que solo le faltaban unos retoques para terminarla..."¿Ya están impresas Viñales? A verlas..." me decía Maria Eva. "No, recién ayer me dieron esto y quería saber de qué se trataba..." le dije. "¡Ay Viñales! ¡Se nos escapa el cardúmen de tortugas con usted! ¡Vaya hombre a hacer eso que tenemos una semana para repartirlas y la imprenta está hasta los ejes! ¡Despabílesé Viñales!" me dijo y cerró la puerta de la dirección.
La cabeza no me daba para más.
Como pude y con la ayuda del paint arreglé un poco el mamarracho de tarjeta y le puse una frase de Sarmiento que más o menos decía lo mismo. Se lo llevé al imprentero y me humillé hasta que me dio pelota y aceptó, previo pago por anticipado, hacer las invitaciones con prisa.
Se sucedieron otras miles de tareas. Intenté en vano repartirlas entre los demás miembros de la cooperadora. "¡No tengo tiempo! ¡Yo para esas cosas soy un desastre, más vale decime que puedo hacer el mismo día de la fiesta! ¡Imposible, estoy ocupadísimo! " eran las excusas que me ponían uno a uno los que iba encontrando. Y los que intentaban darme una mano, me ametrallaron a preguntas del tipo "¿Flores? Yo nunca encargué flores. Viñales ¿Dónde encargan por lo general las flores la escuela?"
Como pude, a tras mano, con mas ganas que tiempo pude organizar el catering, las flores, los mozos, la bebida y el reparto de las invitaciones.
Con lo justo terminé llevando los souvenires (unas baldositas pintadas,¿se acuerdan?) en mi auto y con el crédito agotado de mi celular que nadie se aventuró en responder jamás.
Y ahí arrancó el festejo.
De maravillas.
Los miembros de la asociación cooperadora, excepto yo, estaban vestidos como para una fiesta de gala. Ninguno se acercó a darme una mano con los mozos ni con el arreglo del salón. Todos se subían al exito de la fiesta.
En eso se me acerca María Eva con cara más de pavor que de fiesta.
"¡Viñales!¿Vos cambiastes la frase de las invitaciones?"
"Sí Maria Eva, me pareció que la frase era de Sarmiento y decía en el bosquejo Galtieri. Noté el error y lo corregí. Por suerte me di cuenta." le dije con aires de grandeza.
"¿Usted es pelotudo o se hace Viñales? ¡Cómo va a cambiar el bosquejo!" Me gritaba María Eva.
"¡Pero la frase no era de Galtieri, María Eva, era de Sarmiento!¿quiere que lo veamos en la computadora?"
"¡Ya sé idiota que la frase es de Sarmiento! Pero ¿ve al hombre de traje marrón que está cerca de la torta? Ese es el nuevo inspector regional. Es hijo del mismísimo Galtieri. ¿Entiende?"
"No, no entiendo...¿Qué tiene que ver la frase?" le pregunté confundido.
"¡Boludo!¡Yo le dije que para festejar el cincuentenario de la escuela, había encontrado en un libro de lectura una frase de su padre y que la iba a usar para la tarjeta de invitación.! ¡El hombre tenía unas expectativas bárbaras por saber qué había dicho su padre acerca de la educación y usted lo arruinó todo!"
Me empezaba a latir el ojo derecho, mientras todos me miraban con desprecio.
Mientras se alejaba como aplastando nutrias paró en seco, se dio vuelta y me gritó. "¡Si no sabés hacer las cosas bien, tenés que aprender a delegar Viñales!"
La enfermera que me despertó trece días después dijo que la fiesta, según le contaron, fue un éxito gracias a María Eva, su directora...Como se ve que le gusta lo que hace, da su vida por la educación, lástima que está tan sola a veces con las cosas...
Me volví a desmayar por otros trece días.